Hace casi una década, Carlos Correa estrenó “La lechera”, con la cual representó a la provincia en encuentros y festivales nacionales y en el exterior, y es una de sus obras más versionadas. Hoy a las 21 bajará de cartel, a sala llena, en la Sociedad Francesa (San Juan 751, con entradas agotadas), “Florecitas del monte”, que bien puede ser entendida como una prolongación de aquella historia, pero con un giro trágico y violento. Entre los puntos de contacto aparece el tono gauchesco del decir los textos; la tensión creciente en los vínculos; los amores prohibidos por los prejuicios y los mandatos sociales; la soledad como amenaza tangible y angustiante; la ausencia de la mujer como destinataria de un deseo que se cuela por otros lados, y la música en vivo que marca el ritmo al relato.

Con un ritmo deliberadamente pausado y personajes arquetípicos, Correa plantea “una comedia en la cual corre mucha sangre desde un crimen atroz, perpetrado por el gaucho Apud, que instala un nuevo orden en un pueblo de hombres solitarios, donde las mujeres desaparecieron sin dejar rastro”. “La llegada de un forastero altera los ánimos, pues su aspecto y sus hábitos, desafían el mandato atávico que gobierna a los paisanos. A su vez, la presencia de un ser mitológico amenaza a los hombres, les despierta dudas, que traen con ellas nuevos miedos; y está el indio Pororé, en su incansable búsqueda del amor. El texto hace una deconstrucción del estilo gauchesco y los personajes logran correrse de su destino literario”, le dice a LA GACETA.

Un elenco sin fisuras mantiene el pulso a la historia, con personajes complementarios que aportan, cada uno y desde su preciso lugar, al desarrollo de la trama: Martín Lombardelli, Luis Balderrama, Fabián Bonilla, Jorge García, Gringo Maccarini, Alejandra Páez Salas y Sergio Prina, con Lurdes Villalba en la percusión, aportan su cuota para un texto que va más allá de una descripción campesina y permite hablar de la actualidad.

“Vivimos tiempos de minorías vapuleadas, que luchan por torcer el destino que se les quiere imponer. La obra se manifiesta con vehemencia a favor de esa pelea, pero además se rebela a su propio género literario. ‘El despliegue amoroso de la naturaleza imponiéndose a la muerte’ es una suerte de extensión del título, que refiere a superar las condiciones adversas para desarrollar una existencia”, señala el dramaturgo y director.

Correa reivindica la construcción de “un vínculo poético con el espectador que es motor de mis puestas; más allá de lo temático, busco producir un encantamiento teatral en su mirada y en su percepción de lo teatral como algo vivo, de mucha inteligencia, atorrante pero lúcido, bello y de un despliegue ágil en la escena”.